Llegué a lo de Nora porque había visto una obra en la que actuaban niños y adolescentes que hacían, entre otras cosas, globitos con la saliva.
Hicimos una escena en la que éramos ocho mujeres (yo el único hombre), había muchos enredos, cantábamos canciones en francés.
Hice un personaje que era un detective y en vez de ir a allanar, iba a “roshashanar”.
Descubrí que actuar es perderle el miedo al fracaso y al ridículo.
Usábamos una puerta que era la puerta de entrada a mundos infinitos.
Lo que más amaba de la clase era irme a cualquier lado sin importar a donde iba a terminar.
Sentí euforia cada vez que llevaba y bailaba mis cd’s de Miranda
En el espacio había telas, arneses, pelucas y tonos pasteles.
En esa época usaba una remera con las líneas de subte y me cortaba el pelo como Astroboy.
Nora decía que vayamos a las clases a fracasar.
Nora es la libertad y el placer encarnada.
Para mí significó el momento más feliz de mi vida de alumno actoral.
Testimonios de alumnos que recopiló Lucía Panno para “Maestras”, ciclo de entrevistas a las grandes del teatro (Centro Cultural Rector Ricardo Rojas / Mayo de 2018).